Las emociones son el motor del cambio. Este principio, fundamental en el coaching, destaca la importancia de aprender a gestionar las emociones no solo en nuestros coachees, sino también en nosotros mismos como coaches. Una sesión efectiva requiere entender qué hay detrás de cada emoción, cómo sostenerla y, lo más importante, cómo usarla como catalizador para la transformación.
Este artículo explora las claves para manejar emociones durante las sesiones de coaching, desde la identificación de patrones hasta las técnicas para transformar bloqueos en acción. Veremos cómo convertir emociones intensas como la ira, la tristeza o la culpa en oportunidades de aprendizaje y crecimiento.
El papel de las emociones en el coaching
Las emociones son señales. Igual que el salpicadero de un coche indica niveles de gasolina o posibles averías, las emociones nos alertan de lo que necesitamos atender en nuestras vidas. En una sesión de coaching, las emociones del coachee, ya sean de entusiasmo o de bloqueo, son una oportunidad para profundizar en lo que realmente importa.
Para un coach, el reto no solo es identificar estas emociones, sino también gestionarlas con sabiduría. Esto implica sostenerlas, permitir que el coachee las viva sin intentar reprimirlas ni resolverlas inmediatamente. La pregunta clave es: ¿Qué te está diciendo esta emoción? Así se abre una puerta hacia un descubrimiento más profundo.
Cómo identificar y trabajar con emociones en el coaching
El primer paso para trabajar con emociones es identificarlas. Esto va más allá de las palabras del coachee; implica observar el lenguaje no verbal: tono de voz, postura, movimientos o cambios en su expresión facial. Una emoción suele alojarse en el cuerpo, y preguntar al coachee dónde siente esa emoción puede ser un buen punto de partida.
Por ejemplo, si un coachee expresa rabia, el coach podría explorar preguntas como:
- ¿Dónde sientes esta rabia?
- ¿Qué crees que hay detrás de esta emoción?
- ¿Qué necesitas en este momento para gestionarla?
Estas preguntas ayudan a identificar necesidades subyacentes o creencias limitantes que podrían estar manteniendo al coachee en un estado de bloqueo. Además, facilitan que el coachee comience a hacerse responsable de sus emociones, permitiéndose sentirlas en lugar de reprimirlas.
El modelo del cambio emocional: de la emoción a la acción
En un proceso de coaching, la emoción suele ser el punto de partida. Sin embargo, el cambio solo se produce cuando se transforma esa emoción en acción. Para lograrlo, podemos utilizar un modelo que integre varias fases:
- Conexión emocional:
Aquí, el coachee identifica y se conecta con su emoción. Por ejemplo, un coach puede preguntar: “¿Cómo te vas a sentir cuando consigas tu objetivo?” Esta pregunta genera una emoción positiva que motiva hacia la acción. Por el contrario, una pregunta como “¿Qué pasará si no cambias?” puede generar una emoción incómoda que también impulsa a moverse. - Reflexión racional:
Después de la conexión emocional, el coachee pasa a analizar la situación desde un punto de vista lógico. Aquí es clave ayudarlo a identificar recursos, apoyos o posibles pasos a seguir. - Ejecución y automatización:
Una vez que el coachee ha decidido qué pasos tomar, el coach lo guía para crear un plan de acción concreto. El objetivo final es automatizar nuevos hábitos, asegurando que el cambio sea sostenible.
Técnicas prácticas para gestionar emociones comunes
Las emociones como la rabia, la tristeza, el miedo o la culpa requieren estrategias específicas. Aquí algunos ejemplos:
- Rabia:
La rabia suele estar vinculada a un sentimiento de injusticia. Preguntas útiles incluyen:- ¿Qué es lo que más te molesta de esta situación?
- ¿Qué crees que podrías hacer para abordar esta injusticia?
- Tristeza:
Esta emoción puede reflejar una pérdida o una resistencia al cambio. El coach puede preguntar:- ¿Qué te está diciendo esta tristeza sobre lo que valoras?
- ¿Qué podrías hacer para honrar esta pérdida y avanzar?
- Miedo:
El miedo a menudo bloquea la acción. Algunas preguntas clave son:- ¿Qué es lo peor que podría pasar si te enfrentas a esta situación?
- ¿Qué recursos tienes para lidiar con ese escenario?
- Culpa:
La culpa puede ocultar creencias limitantes. El coach podría explorar:- ¿Qué expectativas incumplidas están detrás de esta culpa?
- ¿Qué aprendizaje puedes sacar de esta situación?
Diferencia entre empatía y sobreinvolucrarse
Un coach efectivo debe ser empático, pero sin dejarse arrastrar por las emociones del coachee. Esto implica reconocer lo que siente el coachee sin proyectar nuestras propias emociones o experiencias. Una herramienta útil es mantener la distancia emocional, observando y sosteniendo lo que ocurre sin intentar solucionarlo desde nuestras propias creencias o juicios.
Cómo transformar emociones en aprendizaje
Al final de cada sesión, el objetivo es que el coachee pueda reflexionar sobre lo vivido y extraer aprendizajes. Algunas preguntas clave para cerrar una sesión emocionalmente intensa son:
- ¿Qué has descubierto sobre ti mismo a través de esta emoción?
- ¿Qué pasos estás dispuesto a tomar para avanzar?
- ¿Cómo vas a sostener este cambio en el tiempo?
Estos cierres no solo ayudan al coachee a integrar lo aprendido, sino que también refuerzan su capacidad para gestionar emociones en el futuro.
Conclusión: las emociones como aliadas del cambio
Las emociones son herramientas poderosas en el coaching. Nos ayudan a explorar creencias, conectar con necesidades profundas y desbloquear el potencial del coachee. Como coaches, nuestra tarea es sostenerlas con respeto, convertirlas en aprendizaje y transformarlas en acción.
Cuando aprendemos a gestionar emociones en las sesiones, no solo ayudamos a nuestros coachees a crecer, sino que también fortalecemos nuestra propia capacidad para liderar procesos de cambio significativos.
Lo que necesitas es un cambio de chip.
Recibe píldoras diarias para eliminar las creencias que frenan tu éxito y empezar a ganar más dinero, tranquilidad, propósito y libertad en tu negocio apuntándote gratis aquí: