Y de la mía.
Y de la de todos.
Porque a ver, seamos sinceros.
Nos pasamos el día tomando decisiones.
Unas son menos trascendentes, como si te vistes así o asá o desayunas esto o aquello.
(Deja de desayunar carbohidratos y come proteínas y grasas, hazme caso).
Otras más relevantes, como si llevas a tus hijos a este o a ese colegio, o te decides por fin a hacer ese cambio profesional que tanto deseas.
(Puedes hacerlo).
Pero hay una, una decisión, que marca tu vida de una forma muy definitiva.
Muy muy definitiva.
Me refiero a la elección de tu pareja.
Tu pareja, tu mujer, tu marido, tu compañero, llámalo cómo quieras.
Si lo piensas, elegir bien la persona con la que te despiertas todos los días, es algo tremendamente relevante en la vida de todas las personas.
Me explico.
- Escogiendo a una buena pareja, elegirás acostarte todas las noches con alguien que te suma.
- Escogiendo a una buena pareja, elegirás dejarte acompañar por alguien que te hará avanzar en la vida, a todos los niveles.
- Escogiendo a una buena pareja elegirás compartir tu vida con alguien que te hará mejor ser humano.
Sin embargo, la elección de una pareja incorrecta para ti, puede influenciarte de una forma tan absolutamente negativa, que tu vida vaya justo en la dirección opuesta a la que debería.
E, insisto, una pareja incorrecta para ti.
Porque la que puede ser incorrecta para ti, puede ser correcta para otras personas.
Y ojo, no me malinterpretes.
El responsable final de lo que nos pase no es nuestra pareja.
Tampoco lo es de las decisiones que tomamos ni de nuestras elecciones vitales.
El responsable final e individual de lo que nos pase somos nosotros mismos al 100%.
Sin embargo, hay una fina línea entre una pareja que te suma y una que no.
Y está justo a una decisión de distancia.
Es curioso.
Los seres humanos nos pasamos la vida eligiendo parejas.
Pero creo sinceramente que, en la mayoría de casos, no somos verdaderamente conscientes de la magnitud de esa elección.
Ni del impacto que esa decisión puede tener en nuestras vidas.
De hecho, muchas veces las personas eligen pareja por defecto.
De forma automática, casi sin pensar.
Sin ser conscientes
Simplemente ejecutando un programa informático inoculado en nuestro ADN, cuyo objetivo final y único no es otro que:
La perpetuación de la especie.
Por eso, es clave tomar consciencia de la decisión que definirá buena parte de nuestra existencia física en la Tierra terrenal.
Bueno, yo no soy una excepción.
Pero trato de ser cada vez más consciente de ello.
No siento que a lo largo de mi vida haya elegido a malas parejas.
Más bien, al contrario, todas ellas han sido buenas personas con las que nos hemos sumado, hemos avanzado y nos hemos hecho mejores seres humanos durante el tiempo de vida que nos hemos acompañado.
Eso me hace sentir bien.
Y también siento otra cosa.
Siento que hace exactamente dos años, tomé una buena decisión.
Que tomamos una buena decisión.
Elegimos elegirnos bien.
Y eso, no tiene precio.
Luego hay otra decisión clave, que es la de tener o no tener hijos.
Pero basta de intensidad por hoy,
De eso hablaremos otro día.
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