No, de verdad, ¿cuánto lo deseas?
Porque aquí hay algo que no admite discusión alguna:
No es suficiente con quererlo, no es suficiente con pensarlo, y definitivamente no es suficiente con decirlo.
Se necesita un deseo ardiente, una pasión que quema por dentro, que te impulsa a levantarte cada día y perseguir tus metas con una energía implacable.
Que no lo digo yo.
Que lo dijo Napoleón Hill hace casi cien años.
Este genio deja claro que el deseo ardiente es el punto de partida de todo logro.
Pero no se refiere a un deseo tibio o a un anhelo pasajero, qué va.
Habla de un deseo tan intenso que casi se convierte en una obsesión.
Entonces.
¿Qué es lo que realmente deseas en tu negocio?
¿Es crecer, expandirte, revolucionar tu industria?
Y más importante aún, ¿qué estás dispuesto a hacer para lograrlo?
Muchos empresarios comienzan con grandes sueños, pero a medida que avanzan, ese fuego inicial comienza a apagarse.
Quizás hayas pasado por ello.
O estés en ese proceso ahora mismo.
Las dudas, los miedos, y los desafíos cotidianos actúan como agua sobre esas llamas, sofocando el deseo y reemplazándolo con conformidad.
Pero aquí está el asunto clave.
No es el entorno, ni las circunstancias externas las que determinan el éxito.
Es la intensidad de tu deseo.
Piensa en los momentos en los que más has querido algo en la vida.
¿Qué te hizo moverte, cambiar, adaptarte?
No fue simplemente el deseo de tenerlo, sino la necesidad ardiente de lograrlo.
Es ese tipo de deseo el que necesitas para tener éxito en tu negocio.
Un deseo tan fuerte que te impulsa a seguir adelante a pesar de las jodidas circunstancias.
Esto me parece clave, así que vamos a profundizar en esto un poco más.
¿Qué significa tener un deseo ardiente?
Pues significa que estás dispuesto a hacer lo que sea necesario para alcanzar tus metas.
No hablo de comprometer tus valores, sino de comprometerte con tus objetivos con una intensidad inquebrantable.
¿Cómo puedes saber si tu deseo es lo suficientemente fuerte?
Puedes comenzar por hacerte estas preguntas:
- ¿Qué estoy dispuesto a sacrificar para alcanzar mis metas?
- ¿Cuánto tiempo, energía y recursos estoy dispuesto a invertir?
- ¿Qué tan profundamente creo en la posibilidad de mi éxito?
Estas preguntas pueden parecer simples, pero sus respuestas revelan mucho sobre la fuerza de tu deseo.
Porque aquí está la realidad:
El deseo es la chispa, pero la acción es lo que enciende la llama.
Y sin esa llama, incluso los planes mejor trazados se desvanecen.
Y sí, Napoleón Hill también habla de la importancia de la planificación.
Pero antes de planificar, debes tener claro lo que realmente deseas.
No solo en términos vagos, sino con una claridad cristalina.
Quiero que reflexiones sobre esto:
¿Estás seguro de lo que deseas?
Insisto: ¿Estás seguro de lo que deseas?
No solo en el sentido general de querer tener éxito, sino en términos específicos.
¿Sabes exactamente qué aspecto tiene tu éxito, cómo se siente, qué implica?
Porque cuanto más claro y específico sea tu deseo, más fácil será mantener ese fuego ardiendo, incluso cuando las cosas se pongan difíciles.
Y aquí es donde la mayoría de la gente se equivoca.
Confunden el deseo con la mera esperanza.
Esperar es pasivo. Esperar es querer que las cosas sucedan.
Desear, en el sentido en que Hill lo describe, es proactivo. Es tomar control, es actuar con una intensidad que no se detiene ante nada.
Así que hoy te animo a examinar tu deseo. A mirar profundamente y preguntarte:
¿Está mi deseo en un nivel que puede superar cualquier desafío?
Si la respuesta es no, entonces necesitas trabajar en fortalecer ese deseo.
¿Cómo? Rodeándote de cosas que te inspiren, visualizando tu éxito diario, y recordándote constantemente por qué comenzaste este camino.
Porque al final del día, el deseo ardiente es lo que te diferenciará de aquellos que se quedan atrás.
Es lo que te llevará más allá de los fracasos temporales, a través de las críticas y las dudas, hacia un éxito sostenible.
Así que, ¿cuánto deseas lo que deseas?
¿Está ese deseo en un nivel que te impulse cada día, que te inspire a dar más, a ser más?
Si no lo está, entonces es hora de avivar esas llamas.
Porque en el mundo de los negocios, no hay espacio para deseos a medias.
Solo aquellos con un deseo ardiente e inquebrantable, lograrán trascender la mediocridad y alcanzar la grandeza.
Lo que necesitas es un cambio de chip.
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